Leonard Cohen

Supe por primera vez de Leonard Cohen a mis 16 años gracias a una profesora de inglés del IB Ausias March de Gandía. No recuerdo su nombre pero su rostro perfectamente. Utilizó la canción Suzanne como apoyo de su enseñanza. Tras oírla varias veces, simplemente acabó gustándome.  Pero lo que me transformó fue su traducción: ”… abandonado, casi humano, se hundió bajo tu sabiduría como una piedra…” Me inició a un mundo que  desconocía y que formaba parte de mí, de todo ser humano.

Cuando llegué a la facultad de Medicina de Valencia, un par de años después, ya había adquirido todos sus álbumes e incluso algún libro de poemas. Su producción siguió creciendo y mejorando en calidad artística, a la vez que se deterioraba su voz por tantos años de abuso del tabaco. Así hasta el final.

Creo que aunque Cohen no sea reconocido por la gente principalmente como un poeta, a mí me introdujo en ese arte misterioso. Así, durante mi carrera universitaria y  mi etapa de médico residente  leí poesía con cierta regularidad y avidez: Neruda, Yates, Lorca, Machado, Salinas, Rilke, Whitman, Hernández, San Juan de la Cruz, Tagore, Verlaine, Boudelaire, Rimbaud… No se si alguno más. Encontraba sosiego y deleite. Desde la distancia temporal contemplo con cierta nostalgia esa época pasada pues era un hábito que ya marchó casi por completo.

Nunca permití a nadie acceder a mi mundo interior, a compartir mi vida, si no era capaz también de compartir conmigo la experiencia que produce la obra de Cohen. Se llama comunión. Eso determinó mi vida de relación, mi propia familia, buena parte de mi destino.

¿Cómo un muchacho de pueblo, sin tradición literaria alguna, pudo ser abducido, si se me permite la expresión, de esa forma? He pensado muchas veces en ello y creo que me identifiqué con él porque sus canciones tratan de aquellos temas que forman lo esencial de lo humano, de lo que nos preocupa. Tratan del misterio del amor entre un hombre y una mujer, de su expresión corporal, de la fidelidad y del desengaño. De origen judío, su obra está impregnada del hecho religioso judeocristiano y llena de referencias bíblicas con las que yo estaba familiarizado. Una expresión de su búsqueda permanente de esa Verdad que se percibe en lo trascendente y que le llevó al final de su vida a bucear en el budismo a la vez que elevaba su mirada buscando un Padre. Por último, inseparable de todo lo anterior, como experiencia de gozo y desgarro, en su obra destaca la reflexión permanente sobre el binomio vida-muerte. Humilde, culto, pacífico, y perfeccionista, su música es cualquier cosa menos superficial  e improvisada.

Cohen compuso, a mi parecer, algunas de las canciones de amor más hermosas de la historia como Gipsy wife o One of us cannot be wrong. Auténticas oraciones íntimas como If it be your will,  la canción que, según sus propias palabras, hubiese deseado escribir… y escribió. Otras han llegado a ser himnos  patrimonio de la humanidad como Hallelujah, o Take this Waltz, esta un homenaje a Lorca. Sus canciones cobran sentido a lo largo de las diferentes experiencias de nuestra vida porque son precisamente eso: la expresión de la vida misma, incluido su lado frívolo como en The Guests.

En dos ocasiones tuve la fortuna de verlo en directo, una de ellas jugándome la vida. Siempre le estaré agradecido por haberme acompañado a lo largo de este tiempo y abierto las puertas de ese mundo, a la vez etéreo y real. Sólo los grandes músicos clásicos me han hecho sentir así. No es un sacrilegio, es que a los músicos les falta la letra y Cohen es, sobre todo, letra. Juntos beben, porque viven, de ese mundo trascendente de lo bello, de lo que inspira. Él me hizo desear, en palabras adaptadas de un poema de Yates, poder disponer de las vestiduras del cielo para ponerlas a los pies de los que quiero.

Afortunadamente, este país de talento que nos acoge, fue capaz de reconocer entre todas sus dimensiones artísticas, especialmente la poética, otorgándole el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. Aquí su discurso, pura expresión de humildad y agradecimiento. Se marchó el 7 de noviembre de 2016 dentro de los límites de la dignidad y la belleza, como dice en su discurso.

‘No hablaré más / y permaneceré así hasta / que se me diga que lo haga / si es esa tu voluntad’ (If it be your will. Various Positions. Diciembre de 1984)

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