En la festividad de Santo Tomás de Aquino me parece oportuno recomendar la lectura de la breve biografía que sobre el santo escribió G.K. Chesterton y fue publicada 1933. Sin duda hará las delicias de los amantes de las biografías en general y de los tomistas en particular. Recientemente, la colección dirigida por Andrés Rojo, ‘Bibliotheca Homo Legens’, ha sacado una edición que presenta esta obra de forma conjunta con la biografía de San Francisco de Asís. Dos auténticas joyas.
Gilbert K. Chesterton no es un escritor al uso. Para el que no lo conozca, quizás su originalidad radique en el ingenio con que aborda la realidad y que, habitualmente, plasma en descripciones dotadas de una inteligente ironía. Chesterton ve lo mismo que nosotros pero desde una perspectiva tan amplia, que su lectura modifica nuestros horizontes. Polemista nato, fue una persona enamorada de la verdad que gustaba de presentar, reduciendo al absurdo, muchas de las situaciones que nosotros, en general poco reflexivos, asumimos sin discusión. Es de esos seres dotados de un talento excepcional que pueden ejercer una gran influencia en las personas sin prejuicios.
Recomiendo pues la lectura de esta breve biografía sobre el Aquinate para aproximarse a su gigantesca figura. Consciente de que es una empresa difícil asume que ‘es de esperar que sea posible hacer un bosquejo de biografía ahora que cualquiera hace un bosquejo de la historia’. Finalmente, logra su objetivo de describir la silueta de un santo que surgió en el momento preciso de la historia logrando conciliar a Aristóteles con la Verdad del cristianismo para mantener los pies en el suelo porque, como dice el autor en esta obra, ‘ un santo es medicina porque es un antídoto’. No esta mal pasar por esta vida deseando ser santos porque podemos ser antídotos frente a ‘enfermedades’ concretas. Al igual que Santo Tomás, eso es imposible si la humildad no es un constituyente esencial de nuestra personalidad.
Por último, si alguien lee estos comentarios, acaba leyendo esta obra y a través de ella descubre el genio de Chesterton, le recomiendo que, cuando disponga de tiempo para una lectura reposada, reserve un hueco para la que, a mi juicio, es su principal obra: El hombre eterno ( The everlasting man). En el enfoque de esta obra, parte de la premisa de que ‘la mejor perspectiva para alguien que forma parte del cristianismo es la de hallarse precisamente fuera de él‘. De esta forma, si el cristiano observa la realidad que le circunda como si no fuese cristiano, podrá constatar la robustez sin contradicciones de su fe.